domingo, 20 de marzo de 2016

Século XVIII




Debo reconocer que me hubiese encantado vivir en aquella época, aunque era difícil y el entorno social era un tanto sofocante, eso no le quita ese aire de respeto que había en ese entonces. Tal como lo era en este bello libro de Jane Austen, Orgullo y Prejuicio.

Es que ahora todo se ha perdido, nuestro lenguaje se ha degradado tanto al punto en que, no  se dirigen a alguien si no es con una grosería como nombre y otras tres describiendo el mensaje, y déjenme preguntar ¿Qué es ésto?

Tal vez me llamen extraña, marciana, o bicho raro, lo han hecho, pero eso no hace efecto alguno en mí, es cierto que soy de éste nuevo siglo, pero eso no me exige ser como los demás son.

Y es que el día en que me escuchen dirigirme a alguien con una de esas groserías, por favor denme una soga, yo misma me cuelgo, sonará exagerado y un tanto espeluznante, pero ese es el grado de importancia en mi vida el lenguaje, el buen lenguaje, el respeto y la decencia, tal vez  no sea el vivo ejemplo de pulcritud, pero por lo menos, lo intento.

Es cierto, a veces mi mente se sube en aquel tren vacío y viaja por el tiempo hasta llegar a ese siglo hermoso, en donde existían los corsets, vestidos pomposos, carrosas  y continuos bailes, en donde se besaba la mano de las bellas damas o se hacían la reverencias, tiempo de largas caminatas e intensa reflexión.

Pero debe llegar alguien de este siglo con una se sus imprudencias a bajarme de ese mi tren favorito, sólo para decirme "¿Mar*ca, tiene chicle?" y es ahí en donde cada día me convenzo que éste no es mi siglo, que soy tal vez un alma vieja, con cuerpo joven, intentando encajar en un mundo lleno de sombras y brochazos pesados llenos de color gris.

Eu tengo saudade so século XVIII.





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